Las celebraciones con motivo de la beatificación de Juan Pablo II concluirán este lunes con una misa en honor al nuevo beato que se celebrará en la Plaza de San Pedro de Roma a las 10:00 a.m. y será presidida por el Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone.
Según el decreto publicado por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, presidida por el cardenal español Antonio Cañizares, la misa contendrá las lecturas incluidas en el misal para la celebración de un Papa y se rezará una oración colectiva dedicada a Juan Pablo II.
Esta oración pide a Dios que conceda a los cristianos "abrir confiadamente los corazones a la gracia salvadora de Cristo", siguiendo "las enseñanzas" de Juan Pablo II.
Este decreto publicado por la Congregación vaticana permite que se celebre una misa en honor a Juan Pablo II cada 22 de octubre, día en que se celebró la misa de inicio de Pontificado, tan sólo en las diócesis de Polonia y en la de Roma.
Sin embargo, los obispos de cada diócesis podrán pedir al Vaticano la dispensa para celebrar durante un año una misa en honor del beato como agradecimiento, que se podrá celebrar cualquier día del año.
Durante este lunes los peregrinos podrán continuar venerando los restos de Juan Pablo II y no se cerrará la basílica de San Pedro "hasta que no haya pasado el último peregrino", según confirmó el padre Federico Lombardi. En cualquier caso, la basílica permanecerá cerrada durante las dos horas que dure la ceremonia en honor al nuevo beato.
En español el Papa pide seguir ejemplo de fidelidad y amor a Cristo de Juan Pablo II
Al finalizar la Misa de beatificación de Juan Pablo II y antes del rezo del Regina Caeli, el Papa Benedicto XVI alentó a los fieles, en español, a seguir el ejemplo de fidelidad y amor a Cristo y la Iglesia del Pontífice polaco.
Luego de saludar a los llegados de España y América Latina, el Papa recordó que "el nuevo Beato recorrió incansable vuestras tierras, caracterizadas por la confianza en Dios, el amor a María y el afecto al Sucesor de Pedro, sintiendo en cada uno de sus viajes el calor de vuestra estima sincera y entrañable".
"Os invito a seguir el ejemplo de fidelidad y amor a Cristo y a la Iglesia, que nos dejó como preciosa herencia. Que desde el cielo os acompañe siempre su intercesión, para que la fe de vuestros pueblos se mantenga en la solidez de sus raíces y la paz y la concordia favorezcan el progreso necesario de vuestras gentes. Que Dios os bendiga".
En su saludo a los polacos quienes se encuentran en clara mayoría presentes y que estallaron en fuertes aplausos, el Santo Padre los confió al nuevo Beato, "el Papa Juan Pablo II. Que les obtenga y a su Patria terrena el don de la paz, de la unidad y la prosperidad".
En francés el Santo Padre pidió al nuevo Beato "bendecir los esfuerzos de cada uno para construir una civilización del amor, en el respeto a la dignidad de cada persona humana, creada a imagen de Dios, con una atención particular a los más frágiles".
Tras agradecer a las autoridades italianas, especialmente a las de Roma, Benedicto XVI saludó a todos los asistentes a la beatificación, así como a quienes siguieron la transmisión por radio y televisión.
Finalmente dijo a los enfermos y ancianos, "hacia quienes el nuevo Beato se sentía particularmente cercano que llegue un especial saludo. Y ahora, en unión espiritual con el Beato Juan Pablo II, nos dirigimos con amor filial a María Santísima, confiando a ella, Madre de la Iglesia, el camino del entero Pueblo de Dios".
Luego del rezo del Regina Caeli el Papa Benedicto XVI se arrodilló ante el ataúd del Papa Juan Pablo II para venerarlo durante un momento.
Unas 12 000 personas por hora desfilan ante restos del Beato Juan Pablo II
Al menos 12.000 personas a la hora pasan ante el féretro de Juan Pablo II, colocado en el centro de la Basílica de San Pedro, desde que se abrieron las puertas a las 13.20 horas, según ha informado a Europa Press la Gendarmería vaticana que controla el recinto. Además, el vicedirector de la Sala de Prensa vaticana, el padre Ciro Benedittini ha destacado a Europa Press que "este flujo de peregrinos sigue constante" y que "siguiendo las cifras de los funerales de Juan Pablo II" al menos 60.000 personas han pasado ya en las primeras cinco horas ante el féretro del Papa polaco.
El propio Benedicto XVI ha venerado el féretro del nuevo beato Juan Pablo II después de la ceremonia de beatificación. Tras arrodillarse durante unos minutos ante el féretro, el Papa ha besado el ataúd de madera donde reposa el cuerpo de su predecesor.
El féretro está siendo custodiado por cuatro miembros de la Guardia Suiza vaticana, que cambian cada hora. Encima del ataúd se ha colocado una copia de un Evangelio del siglo IX, llamado Evangelio de Lorsh, abierto sobre sus primeras páginas, un ejemplar donado por la Biblioteca Apostólica Vaticana.
El peregrinaje de los fieles ante el ataúd está siendo acompañado por oraciones, en especial del rezo del Rosario, la oración "preferida" de Karol Wojtyla, como ha recordado uno de los miembros de la Sacristía Pontificia antes de comenzar el primer misterio.
La cola de peregrinos se alarga hasta la Vía de la Conciliación y recorre toda la Plaza de San Pedro, por lo que los cuerpos de seguridad de la Policía de Roma creen que el peregrinaje "continúe hasta la madrugada", según han declarado a Europa Press.
Al contrario que en los días previos al funeral de Juan Pablo II, esta vez el Vaticano ha organizado la fila de peregrinos no en una fila central, sino en un círculo que recorre la Basílica y que permite el flujo rápido de los peregrinos.
Algunos peregrinos permanecen durante algunos minutos rezando en los laterales de la Basílica, aunque los miembros de la Asociación San Pedro, que controlan el orden en el lugar, no permiten quedarse durante mucho tiempo debido a la gran afluencia de fieles.
El féretro fue sacado de su tumba el pasado viernes en una ceremonia privada y posteriormente fue colocado durante dos días frente a la tumba de San Pedro, que se encuentra en las Grutas Vaticanas.
Hacia las 08.00 horas del domingo, el ataúd ha sido transportado desde las Grutas Vaticanas hasta el Altar de la Confesión, para que fuera venerado por Benedicto XVI y los más de un millón y medio de fieles que han participado a la beatificación del Papa polaco.
Cardenales hispanos emocionados y agradecidos con beatificación
La emoción y el agradecimiento han sido los principales sentimientos expresados por los cardenales españoles presentes este domingo en los actos de beatificación de Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro. Así, el cardenal español Julián Herranz, ex presidente del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos ha manifestado a Europa Press, que lo primero que le viene es "una acción de gracias a Dios" por el Papa que han tenido". El cardenal cordobés ha destacado de la etapa del Papa polaco que "ha sido un Pontificado que ha realzado la unidad, en un doble sentido: por un lado, para el cristiano, a quien le ha venido a decir que debe haber una unidad entre lo que se cree y lo que se vive; y, de un modo mas amplio, al mundo, al demostrar la unidad entre razón y fe".
"Al cristiano le ha recordado la unidad de vida que debe presidir su existencia y para el mundo le ha ofrecido la estructura moral de la libertad, unida a la verdad", ha dicho.
Por su parte, el cardenal y arzobispo emérito de Barcelona, Ricardo Maria Carles ha salido del recinto vaticano donde ha tenido lugar la beatificación con un gesto visiblemente emocionado, y ha tenido un recuerdo para el anterior Pontífice: "Guardo muchos recuerdos muy hermosos de el. Tuve ocasión de tratarle bastante por necesidad: Barcelona, con Milán eran las dos diócesis mayores de Europa y había que comentarle cosas positivas y a veces problemas", ha comentado.
Para definirle, el purpurado ha recordado una anécdota protagonizada por otro obispo español. Así, ha narrado cómo en un encuentro con él, ya muy avanzada la tarde, el Papa caminaba con paso lento por delante y el obispo le preguntó: "Esta cansado, Santo Padre?". Él Se giró y le respondió: "Si el Papa a estas horas no estuviera cansado tendría mala conciencia". "Es un retrato de lo que pensaba de sí mismo. Me emociona pensarlo porque le quería muchísimo", concluía el cardenal de origen valenciano.
También al término de la ceremonia, el exportavoz de la Santa Sede Joaquín Navarro-Valls en declaraciones a Europa Press ha manifestado que sus sentimientos en este momento "son los mismos sentimientos que tuve en el momento de su fallecimiento". "Estaba delante de un santo, cuyos frutos eran evidentes", ha destacado.
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Por su parte, el cardenal peruano Juan Luis Cipriani Thorne, arzobispo de Lima, ha descrito la alegría que ha percibido durante la ceremonia. "Como diciendo que Juan Pablo II vuelve a estar con nosotros, y eso quiere decir que vuelve a estar con nosotros esa fe, esa confianza en el Señor, esa vibración apostólica, esa nueva primavera en la Iglesia --ha relatado--. Ese es el milagro que le pido al nuevo beato".
Del mismo modo se ha manifestado el cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa, a quien en diciembre de 2010 le fue aceptada la dimisión por edad al frente del Arzobispado de Santiago de Chile. En declaraciones a Europa Press, ha comentado que "la ceremonia de beatificación ha sido muy emocionante" y ha recordado que tuvo ocasión de colaborar estrechamente junto a Juan Pablo II cuando trabajó en la Congregación para los Religiosos en Roma.
Además, ha recordado que en Argentina, su país, fruto de su mediación, se alcanzó el acuerdo en el tratado de Beagle, que puso fin a años de discrepancia, al igual que su visita a Chile significó "un paso muy importante para el retorno a la democracia".
"De modo personal, le recuerdo mucho. Su tono era siempre alentador, teniendo siempre presente la dignidad de la persona. Es difícil encontrar otra personalidad como él que aúne de modo tan visible calidad humana y calidad sobrenatural", ha concluido.
Protagonista de milagro atribuido a Juan Pablo II revela detalles inéditos de su curación
La religiosa francesa Marie Simon Pierre reveló detalles inéditos del milagro que permitirá la beatificación del Papa Juan Pablo II el próximo 1 de mayo, como el hecho de experimentar un deseo incontenible de rezar solo momentos antes de descubrir que fue curada del mal de Parkinson, enfermedad que padeció Karol Wojtyla.
En una entrevista concedida el 14 de enero a la cadena francesa KTOtv y a la cadena italiana RAI Vaticano, la religiosa relata que "el 2 de junio de 2005 fue el día de mi curación. Ese día por la mañana yo estaba completamente impedida y ya no podía más".
"Pensé en buscar a Sor Marie (superiora de su comunidad) para pedirle mi dimisión, dejar de brindar mi servicio en la maternidad donde trabajaba con muchas personas a mi cargo. Me sentía muy pesada y me dije: es necesario que pare, que deje el servicio. Yo no puedo hacer que esto deje de avanzar, no es posible".
El pedido de la hermana Marie Simon Pierre fue rechazado con amabilidad y a cambio su superiora le propuso pedir la gracia de su curación a Juan Pablo II.
Cuando esto sucedió, "sentimos por un buen momento un gran cambio en su oficina, diría que una gran paz, una paz muy grande y una gran serenidad, me sentía muy apacible, ella también".
En ese momento, le pidió escribir el nombre de Juan Pablo II en un papel. El avance del Parkinson había afectado su brazo izquierdo y sufría de intensos temblores. Su superiora le propuso escribir con la mano derecha. "Le dije que no podía porque mi mano derecha también se ponía a temblar, pero ella insistió: ‘sí puedes, sí puedes’".
Escribió algo ilegible pero pensó que de repente "ocurre un milagro si es que creo".
"Me fui y seguí con mi servicio. Esa noche seguí la jornada como de costumbre con la comida comunitaria, luego un poco más de servicio y después la oración nocturna en la capilla".
Al regresar a su cuarto, la hermana Marie Simon-Pierre se obligó a escribir y se llevó una gran sorpresa al ver que en ese momento sí pudo hacerlo bien.
Pasó una noche tranquila y durmió bien, sin el insomnio habitual que presentaba por el dolor del Parkinson. A las 4:30 de la madrugada del 3 de junio despertó sintiendo que "ya no era la misma. Había una alegría interior y una gran paz; y luego me sorprendí mucho por los gestos de mi cuerpo".
Al mismo tiempo despertó en ella "un gran deseo de rezar. A esa hora no tenía autorización para rezar, pero recé".
Rezó frente al tabernáculo del oratorio de la maternidad "siempre con una alegría muy profunda" meditando además los misterios luminosos del Papa Juan Pablo II.
A las 6:00 a.m. su comunidad asistía a la Eucaristía, así que se dirigió del oratorio a la capilla.
En ese trayecto "me di cuenta de que mi brazo izquierdo ya no se quedaba inmóvil al caminar sino que se balanceaba normalmente. En la Eucaristía tuve la certeza de que estaba curada".
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