martes, 31 de mayo de 2011

LA BRUJA


El canal Caracol lanza de La bruja, una serie de 25 capítulos, inspirada en el libro del escritor colombiano Germán Castro Caycedo que puso el dedo en la llaga sobre los nexos de la política, la mafia y la brujería en Colombia a finales de los 70.

Jet-set estuvo en El Jardín, Antioquia, en el detrás de cámaras de esta producción, protagonizada por Flora Martínez y dirigida por Luis Alberto Restrepo.

Una bruja tiene hechizados desde hace algunos meses a los habitantes de El Jardín, un florecido municipio del suroeste antioqueño ubicado a tres horas de Medellín. Quienes la han visto dicen que no se trata del típico personaje de los cuentos infantiles:

desdentada, de nariz aguileña, con verruga y escoba voladora, sino de una mujer de una belleza angelical, mirada profunda y labios carnosos que ha embrujado a más de uno. Las señoras del pueblo la miran con envidia y los hombres con deseo. Se trata de Flora Martínez, la protagonista de la nueva serie del canal Caracol, inspirada en el censurado libro La bruja. Coca, política y demonio, del escritor Germán Castro Caycedo, que narra la historia de Amanda Londoño, una poderosa pitonisa especialista en leer la suerte y el futuro a expresidentes colombianos, gobernadores y mafiosos.
Según el mismo Castro, la historia de Amanda es real y llegó a sus oídos por boca de monseñor Alfonso Uribe Jaramillo, quien durante una entrevista en 1991 lo puso al tanto de las extraordinarias anécdotas que se contaban de esa mujer. “Busca a Amanda. Búscala porque ella fue una bruja avezada... Saca unos minutos libres y escúchala”, le dijo el Obispo al escritor en ese entonces. Obsesionado, el periodista la persiguió durante varios meses hasta que la encontró.
Amanda Londoño nació en Fredonia, un pueblo cafetero, y empezó a practicar brujería a los 11 años, de la mano del Comandante de Policía quien le enseñó a leer las cartas y el cigarrillo. Gracias a esos conocimientos, y otros como la santería y los amarres, se convirtió en una mujer poderosa. Entraba al Palacio de Nariño como Pedro por su casa, era confidente del Gobernador de Antioquia y amiga del reconocido narcotraficante Jaime Builes, interpretado en la serie de televisión por el actor Andrés Parra, bajo el nombre de Jaime Cruz.

Pero este mundo fue acabando a cuentagotas con su vida. “Yo sentía que esa brujería me iba hundiendo. Empecé a perder un poco de peso, a cambiar ligeramente de color en la piel de la cara y a sentir depresión en ciertas ocasiones en que ciertamente debía estar alegre”. Ahí es cuando aparece en escena la hermana Alicia, quien le recomienda ir donde el padre Gil para que le practique un exorcismo. El sacerdote le relató a Caycedo cómo había hecho para sacarle a Amanda el demonio que tomó posesión de su alma: “Le di agua bendita para que bebiera y después de uno o dos sorbos vi que trataba de trasbocar. Acerqué un balde y ella se torció sobre él, hizo fuerza y empezó a escupir una babaza espesa y después de la babaza expulsó alfileres y gusanos muy pequeños y partículas de sangre”.
Una fuente cercana a la historia, que prefiere no revelar su identidad, le contó a Jet-set que la bruja decidió darle su testimonio a Germán Castro como parte de un compromiso que hizo con Dios de enseñarle a la gente a no leerse las cartas, a no meterse con la Ouija, a no visitar adivinos, ni hacer pactos de sangre. Según ella el único que tiene el poder sobre el futuro, el pasado y el presente, es Dios.

Hace cuatros años, Castro Caycedo le vendió los derechos de La bruja, uno de los libros más polémicos y mejor vendidos de mediados de los 90, a Caracol Televisión. La serie, que saldrá al aire en pocos días, es dirigida por Luis Alberto Restrepo, el mismo de Sin tetas no hay paraíso, El cartel de los sapos, Las muñecas de la mafia y el Cartel II. ‘Peto’, como lo llaman en el medio, aclara que La bruja de la televisión será una versión parecida a la obra de Castro, pero no fiel. “90 por ciento de los personajes que aparecerán en la serie no están en el libro”.

Respecto a las razones de por qué esta historia fue escogida para ser llevada a la pantalla, argumenta: “Es un libro muy atractivo porque hace referencia a la brujería, un tema que siempre ha estado presente en la sociedad y en los círculos de poder de Colombia. Cuenta además la prehistoria del narcotráfico y su relación con la política y con el poder que tanto daño le ha hecho al país”. Y afirma que siempre ha sido muy escéptico en este tipo temas, pero que, como dice el viejo y conocido adagio: “No hay que creer en brujas, pero que las hay, las hay”.

Flora Martínez está aterrada. En pocos minutos debe conjurar al mismísimo Satanás en un acto de magia negra reservado para los hechiceros más experimentados. Frente a ella, en una maleta de utilería, están los alfileres que clavará en el muñeco de trapo que representa al cura del pueblo, los sonajeros africanos para convocar a los espíritus, el tabaco, las cartas, el cigarrillo en el que lee hasta la muerte y el agua bendita robada del templo.
Mientras camarógrafos y luminotécnicos ajustan los últimos detalles, Flora repasa en su mente los consejos que le dieron las brujas de verdad, las arpías de carne y hueso que le ayudaron a prepararse para este papel. Flora cierra los ojos, respira profundo y palpa bajo su ropa los ‘contras’ que las hechiceras le dieron para que el escalofriante conjuro que está a punto de pronunciar no se vuelva en su contra.

 

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